Ellos tienen edad para estar en el colegio, o de recién egresados. Y actúan los dilemas Sub 20. ¡Puro teatro! En la comedia Juicio a lo natural, ponen la homosexualidad en el banquillo. Y en la obra Generación Frankenstein crean un monstruo joven... y argentino
Yo soy así, ¿qué puedo hacer?", entona el protagonista de Juicio a lo natural. Y se compenetra con el mensaje tan a lo himno-cliché gay. Está dicho desde el principio: vamos a hablar de homosexualidad.El chico en cuestión se llama Sebastián y es el eje de este musical sub 20 con dosis de culebrón queer. Hay, entonces, un joven gay saliendo a medias de "el placard" al que la sociedad ("o su propia cabeza", dirá el director Nicolás Pérez Costa) enjuicia por ser (casi) distinto. Aunque dentro del estereotipo, claro. Hay, también, jueces. Y hay testigos: chica dulce (enamorada de él), ex pareja despechada, amiguito sexual e iniciático del secundario y abuela comprensiva.Un paso atrás de series como Queer as Folk o The L Word, donde los protagonistas ya superaron la etapa de contarle-a-los-padres, la obra Juicio a lo natural transcurre precisamente en una Corte, donde los abogados se encargan de dictaminar si Sebastián es inofensivo, o no, para el resto de la gente. Y, finalmente, a quien tiene que enfrentar es a su propia mamá.Así transcurre (entre tangos, algo de pop y un poco de rock) una suerte de Ally Mc Beal cantada con el histrionismo de Chicago, donde se luce la metasátira: género gay que se ríe del género gay (por excelencia). Con música de Nacho Medina, en este juicio tan escandaloso no podía faltar la cronista de noticiero que cuenta, entre canción y canción, cómo son los manifestantes pro Sebastián: "Llevan pancartas de leopardo y agitan osos de peluche"."El juicio es tu reflejo", decretará sobre el final mamá-Justicia al (hasta ahora) desdichado joven. Y la redención será posible. Porque las madres siempre tienen un abrazo bajo la manga, antes de que caiga el telón.
Txt. Silvina Marino
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