Friday, August 19, 2005

VIDEOJUEGOS POLEMICOS EN DEBATE



SEXO, DROGA Y PLAYSTATION
"Me quedé ciego jugando al GTA"

Un jugador apasionado explica por qué los juegos de Rockstar son "tan zarpados".
Hasta un mito urbano (y porteño) cargan los juegos de Rockstar Games: "Unos chicos iban en su auto, tuneado con una consola de Playstation. Manejaban y jugaban al GTA, se dieron un palo y murieron". El relato es de Gabriel Ureta (24, Devoto) fan "mal" de la saga Grand Theft Auto y otras producciones de Rockstar Games. "Los tengo todos y son re zarpados. Cada juego tiene mucho humor y background, parece una película. Vos sos el protagonista".
Hace poco Gabriel (al que le faltan 15 niveles, ejem, materias en la carrera Comercio Exterior) terminó el San Andreas, la piedra del escándalo gamer, después de que en su versión para PC y, gracias a los mods, salió a la luz una sección secreta llamada Hot Coffee, con más sexo que cafeína. ¡Yo entré al sex shop y el arma de CJ es un consolador!", dice Gaby.
La historia de Carl "CJ" Johnson es clásica: un gangsta y su hermano van presos, los policías corruptos lo extorsionan. Claro, después, CJ se engolosina y empieza a cargarse gente, robar autos, tener novias (con las amantes no pasa de un "café caliente"). "Y podés ser el dueño de un cabarulo", dice Gabriel, mientras le crecen los colmillos. ¿Por qué el éxito de los títulos de RG? Porque enfocan en un universo adulto y no en un mundo mágico de hechizos y magos. Su estética tiene más de moda urbana y cine de acción + fashion: boliches, motos de lujo (Midnight Club), pandillas y peleas entre discográficas de raperos (Def Jam Vendetta) o la remake de clásicos de los '70 (The Warriors, que sale en octubre).
Al tiempo que se conocía la estruendosa noticia de la muerte de un coreano que jugó al Starcraft durante ¡50 horas seguidas!, Gabriel habla de límites y resistencia: "Tengo amigos que se quedaron durante un día y una noche. Y dicen 'no me di cuenta'".
—¿Y lo máximo que jugaste vos?—Una noche entera. Y casi me quedé ciego. ¡Decí que se me secan las lentes de contacto!


La delgada línea blanca
El furor de títulos como "Narc" y "Grand theft auto" y una ley sancionada por los diputados reaviva la discusión sobre la regulación del tiempo que los menores deben pasar frente a la pantalla y los contenidos de los juegos.
Entrás al videojuego Narc y lo que te recibe es una frase que resume en 24 letras un dilema existencial o la esencia de las películas de Clint Eastwood o la dinámica que sintetiza la vida en un colegio o una oficina: "Policía bueno o policía malo". Y en Narc, ser "bueno" o ser "malo" es un reduccionismo tan simple como un byte: drogarse o no drogarse. En la trama, Narc no es más original que los clásicos hiperviolentos del género policial, desde Harry, el Sucio para acá. Pero en el juego podés elegir: ser el agente "bueno" o ser el "malo", el que abandonó la Fuerza y rindió sus fuerzas ante las drogas. Con la aguardentosa voz del actor Michael Madsen (Sr. Amarillo en Perros de la calle y Budd en Kill Bill) podés confiscar sustancias ilegales. Y usarlas para aumentar tus poderes digitales, así como hace 25 años si eras Pacman te tragabas un éxtasis virtual y multiplicabas por cien tu velocidad. ¡Bang! ¡Bang! En Narc, los tiros se mezclan con un soundtrack donde DMX, Kenny Kox o Curtis Mayfield aturden y multiplican los efectos de las drogas virtuales: si "tomás" anfetaminas, podrás ser tan veloz como un puma con Adidas. Si "fumás" marihuana, la acción se retardará. Podés vivir una ilusión de vida en Playstation o Xbox: colarte en la Mansión Playboy o consumir todos los estimulantes que quieras. Pero las conejitas son más dispuestas al amor gratis en la pantalla que en la vida y las drogas de Narc minimizan los efectos colaterales. El jueguito no disimula su visión moralista de un mundo dividido entre malos y buenos, según consuman o estén limpios. "Podés caminar por la línea. O cruzarla", dice otro eslogan de Narc. Es imposible disociar el sustantivo "línea" del adjetivo "blanca" y captar la moraleja: no te pases de la raya.
Ley 26.043: polémica con el Joystick
"La sobreexposición a los videojuegos es perjudicial para la salud". Con esa leyenda deberían ser rotulados los juegos argentinos e importados según la Ley 26.043, que ya fue sancionada por la Cámara de Diputados. El impulsor de la ley, el diputado Guillermo Alchouron, de Acción por la República, aclara: "No es la idea de estar contra todos los videojuegos. Pero sí contra los que tienen contenidos de violencia, sexo y otros males". También agrega que tiene hijos y nietos, cuando dice su edad: "71 años".
El salto generacional no es un dato menor cuando se trata de idoneidad para regular una cuestión "novedosa" como los videojuegos. ¿Es pertinente que el Consejo Nacional de la Niñez, Adolescencia y la Familia meta mano, si la estadística dice que el promedio de edad del jugador es 23 años? ¿Y el Instituto Nacional de Cine? Ambas instituciones fueron elegidas para regular, cuando no queda clara su relación con los games. "Es indignante. No consultaron a la Asociación de Desarrolladores de Videojuegos (ADVA), que funciona desde hace cinco años y ya asesoró al Gobierno cuando se legisló sobre software", dice Santiago Siri (21), un desarrollador de videojuegos, que desde su web (www.gamesare art.com) reivindica los juegos como expresión artística. "Es una ley demagoga que menoscaba la libertad de expresión. Y no hacen nada para combatir la piratería, que es el 95% del mercado en el país. En el mundo se discute que sean para mayores de 17 ó 18. Lo de la sobreexposición es una idea poco precisa. ¿Es al monitor o al contenido cultural?".

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