Monday, January 30, 2006

POP CULTURE: los límites éticos de la televisión.


Convocaron a participar en un reality show en el que los participantes deberían tener un hijo con un extraño y se presentaron cientos de aspirantes, pero era una broma para testear los límites éticos de la televisión.

La convocatoria estaba dirigida a quienes estén dispuestos a concebir un hijo con un extraño frente a las cámaras de televisión. El premio de setenta y cinco mil dólares logró seducir a un gran número de aspirantes que se agolparon frente a una productora falsa para asegurarse un lugar en el casting. Pero se trataba de una broma para testear los límites éticos de los reality shows.
El experimento iba a formar parte de la serie Mischief (Diabluras), de la BBC. La idea era inventar un reality show de mal gusto y moralmente incorrecto, y una productora falsa, para poner a prueba los límites del formato. En menos de dos meses Vamos a hacer un bebé convocó a cientos de participantes y recibió propuestas de canales de televisión de todo el mundo que se interesaron en comprar los derechos de la serie. Los participantes del programa no se conocerían entre sí, vivirían en una casa de fertilidad y cada semana el público expulsaría a un participante. Las dos parejas finalistas competirían para concebir primero un hijo y ganar ciento setenta y cinco mil dólares por persona. En una encuesta previa al lanzamiento de la convocatoria la gente opinó que el reality era moralmente cuestionable pero que, de todas formas, lo mirarían. El profesor David Wilson, ex asesor del programa Gran Hermano -renunció por cuestiones éticas- indicó que la premisa de Vamos a hacer un bebé era moralmente repugnante y que le restaba valor a la vida, pero no se sorprendió de que despertara tanto interés. "Los participantes son considerados gente rara, pero son sólo el producto de una sociedad que enarbola la bandera de la fama sobre cualquier otro valor", destacó.

Fuente: BBC Mundo

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