En blogs y fotologs, avanza el protagonismo de los muñecos
Hay una generación que no para de sacarse fotos a sí misma. En poses ridículas, sexy o anodinas, sonríe frente al espejo del baño, o mientras espera el subte, o bien en una aerosilla sobre un bosque, y dispara. Cada detalle se registra. La tecnología digital lo permite, y la tecnología marca el criterio: se puede guardar todo, no hace falta separar lo prescindible de lo importante.
A eso se acostumbró el ojo: a ver cada vez más todo. Lo impactante y lo intrascendente. Internet es el paraíso de la autofoto; de la bitácora egocéntrica que relata las penas de amor, las colas en el banco y las opiniones acerca de la guerra de Irak sin establecer jerarquías. Todo, hasta que aparece la parodia como una manera de tomar un poco de aire ante tanto ego transformado en blog. Así, en concordancia con esta época de aventuras estáticas, de paseos virtuales y peripecias quietas frente al monitor, los muñecos ocupan un espacio cada vez mayor en la Red.
Blogs, fotologs, casos resueltos por policías de goma, guerras entre soldados diminutos o postales cotidianas en la vida de una pelota sonriente.
En www.fotolog.com/vidabdespi derman hay, por ejemplo, un Hombre Araña de plástico que, fotografiado en distintas circunstancias, cuenta, conciso, s u vida en breves epígrafes: "Yo mirando cómo Barbie lava la ropa"; "Yo con Bob Esponja y una tortuga llavero tomando aire en la ventana"; "Yo mandando un fax".
Un grupo de muñecos Pin y Pon también tiene su registro diario, en el que van cambiando de personalidad y disfraz según el día. Alguna vez, vestidos como el Subcomandante Marcos, recordaron el 23 aniversario del EZLN, prometieron confesiones en la tapa de la revista Time o se vistieron con quimonos de seda para festejar el año 4705 en el calendario chino ( www.fotolog.com/mundo_pinypon ).
Como un reality-show
De los autómatas que sorprendían en las vidrieras de las grandes jugueterías realizando una y otra vez la misma tarea, se ha pasado a una nueva dimensión en cuanto a los juguetes con vida . Ya no hace falta cuerda ni pila ni control remoto. El movimiento no es importante. Importa más la escenografía, la ropa, el contexto. Un juego detenido en postales que permite contar una novela sin gestos; un relato que puede posarse en la sonrisa impávida (permanente) de un Playmobil.
Porque, vestidos como Cleopatra, Papa Noel y los Reyes Magos, los Playmobil también cuentan sus confesiones en Internet ( www.fotolog.com/mundo_playmobil ). Siempre sonrientes y con flequillos imperturbables exponen su cotidianidad al desnudo como en el más descarnado de los reality-shows: "Necesito un tiempo para mí", dice Martha, Playmobil española, a su amigo Roberto. "Es una buena decisión -le responde el muñeco-. A veces es necesario" ( www.fotolog.com/marthaplay ).
Son muchas las posibilidades para el voyeurismo muñequeril: una cara feliz y amarilla llamada Felipe ( www.elmundofelipe.blogspot.com ) muestra cómo intenta construir su propia casa, se tira de un tobogán y trata de resolver ecuaciones en una pizarra. En tanto, el oficial Garrido ( www.fotolog.com/oficialgarrido ), discriminado por "ser petiso y tener voz finita", se dedica a reivindicar su vocación de servicio rescatando, por ejemplo, a un hámster absorbido por una aspiradora. O infiltrándose en una mochila escolar para investigar sobre el contrabando de alfajores aplastados.
Detrás de los muñecos hay personas, claro, pero prefieren el anonimato. Que nadie los vea, estar detrás de todo, como fantasmas. Ya el doctor Frankenstein sufrió la ira y el descontrol de su propia criatura que, con el tiempo, terminó robándole hasta el apellido.
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