Monday, May 29, 2006

Teen trend: El mundo a tus pies



ANATOMIA DE LA ZAPATILLA

Es el máximo fetiche juvenil y ahora, también termómetro social. ¿Se vale lo que se calza?

De cuero o de lona, llanta espacial o americana retro que el Stroke sensible supo combinar con traje comprado en la Quinta Avenida (¡de allá!): la zapatilla es el fetiche juvenil definitivo. Pero ahora, también objeto de arte y termómetro social o ideológico: la Topper colgada en una calle del Once representó la tragedia de una generación, la Adidas se volvió una patada contra el racismo y la vuelta de Flecha resume el romanticismo de la recuperación nacional. ¡Compre argentino!

"Si la ropa interior simboliza la autoestima y las gorras, la ideología, el calzado representa el poder: mirás a los pies y sabés cuánto tiene una persona", analiza Susana Saulquin, socióloga fashionista y autora de la reveladora Historia de la moda argentina. "¡Ahí vienen las botas!", se dijo como metáfora del apriete policial y, si hubo que decidir para dónde disparar, se pudo buscar una dirección mirando al suelo.

Una mitología del calzado dice que a fines de los '70 la dictadura obligó a cambiar la dirección de la Flecha, de izquierda a derecha porque, al decir del slogan: "Va en tu mismo sentido". ¿La ideología por el piso? "Es cierto que la Flecha cambió de dirección", confirma Federico Bonomi, dueño de Kosiuko, la marca que revivirá este clásico argentino, y al pie se excusa: "Pero no sé si fue casualidad o el capricho de un diseñador...". Hoy, en época de espíritu setentista y "zurdaje" (según la diva que usa tacón), ¿para dónde debería mirar la Flecha? "Si es auténticamente retro, hacia la izquierda", opina Saulquin, pero Bonomi aclara: "La nuestra mira a la derecha, así era cuando se dejó de hacer. En realidad, va para adelante"

.¿La revolución se hará en zapatillas? "¡Son racistas!", gritaron los que protestaron contra el último modelo de la "Yellow Series" de Adidas, pintado con un personaje de ojos rasgados, dientes torcidos y corte de pelo taza. Amarillismo puro: a 250 dólares, los primeros mil pares de la zapatilla Y1-HUF salieron a la venta el 1ø de abril en San Francisco, Nueva York, Los Angeles, París, Tokio, Hamburgo y Copenhague y, desde el sitio Angry Asian Man ("nadie quiere a un asiático enojado") se organizó la resistencia contra la ridiculización del extranjero. "Vivimos en una sociedad cínica y posmoderna en la que, si se ofende a alguien, la gente dice: 'Es ironía, es broma'. ¿Cómo le explicás a un chico de 10 que las burlas en su contra son una 'ironía'?", se preguntó en el diario The Washington Post Frank H. Wu, autor de un libro contra el racismo implícito en la sociedad de consumo. "Así se imponen los sentimientos anti-inmigrantes", opinó Dorothy Wong, directora de la Organización de Chinos Americanos.

"No quiero alentar la inmigración ilegal, pero esta gente ni siquiera tenía zapatos...", justifica Judith Werthein, la creadora de las zapatillas Brinco, o el kit fundamental para el coyote que intente cruzar la frontera México/EE.UU.: incluye cantimplora, compás y linterna, la lengüeta es un minibotiquín y la suela removible esconde un mapa de la frontera más codiciada. Brinco se volvió una cuestión de Estado (dicen que se discutió en la Casa Blanca), tan políticamente incorrecta como la Blackspot, el calzado vegetariano. Confeccionada con caña orgánica y neumáticos reciclados, es la llanta del globalifóbico: en lugar de logo, un círculo vacío; y puntera reforzada para "darle una patada en el culo a las corporaciones".

Si la modernidad impone que las luchas sociales se resuelvan en las zapatillerías, ¿se vale lo que se calza? "Hay una paradoja: las clases medias compran réplicas de las zapatillas más caras y las bajas compran originales", distingue Saulquin. "Con el furor del hip hop, EE.UU. exportó una estética carcelaria, con talles XL y zapatillas lujosas: en las villas, ¡se venden en cuotas!".

Mientras se lanzan al mercado nuevos modelos (de exclusión), la zapatilla se consagra como acordonada señal de status, rockero ("¡convertite en estrella de rock!", promocionan las Nike ID) y social: "Tengo más de 40 pares de All Star, pero las más caras son unas Prada: me salieron 550 dólares y son de cuero blanco", describe el relacionista público Gaby Alvarez, que se declara el "mayor coleccionista" de zapatillas acá, propone una lógica higienista del calzado ("mirando las zapatillas te das cuenta si una persona es sucia o limpia") y chimentea que un carismático cantante argentino es modelo local de All Star por pie promedio (talle 40), que presta como prototipo para nuevos modelos.

Convertida en objeto icónico del consumismo, la zapatilla mainstream ahora vende la ilusión de la exclusividad a través del arte: la Adicolor (blanca + set de marcadores) hace punta en la "customización". Aunque las marcas vendan carísimos productos neutros, no hace falta tela blanca para personalizar: al pintarlas, pegarle parches o romperlas... ¡ya se las está tuneando! Mientras Adidas apela al artista vocacional y Nike apuesta a la música (en estratégica sociedad con iTunes), Converse propone un homenaje fílmico para su nave insignia, la All Star: en www.conversegallery.com.ar aparece "Brand Democracy", un concurso de cortos de tema libre con "democrática" condición: que la protagonista exclusiva sea una zapatilla de marca.

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